Por alguna extraña razón el pensamiento humano tiende a ser muy lineal, presuponemos el siguiente paso a seguir como por inercia, llevados de alguna especie de lógica tradicional, cultural; tendemos a obrar de manera «normal». Otras veces nuestra mente actúa más bien de una forma cuadriculada (y aquí si que lo achaco directamente a la televisión) con lo que, de algún modo, estamos autolimitando nuestra capacidad creativa a los cánones y reglas establecidos. Ponemos límites a nuestra inteligencia, a nuestra creatividad, a nuestra razón… ¡Basta!
Nuestra vida no es lineal. Si tuviéramos que hacerlo, más nos valdría el compararla con una montaña rusa o un carrusel sobre el que vamos viajando. Altibajos emocionales y ciclos vitales que se nos repitan una y otra vez.
Nuestro universo no es cuadrado, ni bidimensional, pues son los círculos, círculos dentro de círculos, discos, esferas y toroides lo que lo conforman. Ciclos dentro de ciclos junto a otros ciclos que se suceden en un eterno e inconcebible fractal.
No te pongas límites cuando en el fondo sabes que estos no existen en este juego eterno.
Como siempre repito: calma. No obres llevado por esa inercia social enferma que tiende a la destrucción. Observa, medita y comprende el origen de los problemas; no seas un punto más añadiendo fuerza centrífuga a esta espiral caótica; escápate por la tangente y piensa divergente, tu creatividad no repite patrones obsoletos, «crea» – «Actividad». Un nuevo enfoque. Una nueva visión, amplia y alegre.
¡Y positiva!
¡Portutatix! ¿Qué es este mar de pesimismo en el que navegamos? Seamos positivos, el vaso esta siempre medio lleno ¿por qué esta aptitud derrotista en un mundo en el que el cambio es siempre constante y, sin duda, el mejor motor para que sigamos creciendo y avanzando. Mira el lado positivo y tu vida jamás se detendrá. Siempre saldrás a flote si utilizas el problema para cambiar tu propia percepción; para cuestionarte e indagar.
La naturaleza es compleja, pero a su ve es sabia y al mismo tiempo… es divertida. De hecho es una cachonda. Nos genera problemas, claro; pero por supuesto que también nos genera las soluciones frente a estos problemas y, lo único que nos pide a cambio de estas soluciones es que las valoremos. Y os aseguro que si valoráis las soluciones que la naturaleza pone a vuestro alcance no tendréis que caminar muy lejos para encontrarlas.
Las permacultoras conocemos bien este concepto: tu problema no es un exceso de ratones, sino un defecto de gatos. Las soluciones simples y naturales surgen cuando observamos e interactuamos usando los recursos naturales y la biodiversidad.
Pero aún podemos ir más lejos (o más cerca): si estas trabajando en el huerto y accidentalmente te heces un corte sangrante, detente un momento y observa a tu alrededor, coge tres hierbas que crecen a tu lado, no hace falta que vayas muy lejos solo coge tres hierbas diferentes y ponlas en tu boca (no las comas), haz con ellas un emplasto y colócalo sobre la herida. Es muy, pero que muy probable que la hemorragia cese. Y no es por estadística (que nos dice que muchas hierbas hortícolas como el llantén o el zurrón de pastor son cicatrizantes), sino por amor; por que la naturaleza nos ha puesto la solución al lado del problema tan solo por que, a pesar de todo, nos ama.
He escogido el ejemplo de las plantas medicinales por que es la solución que más se repite en mi mente en un mundo en que cada día nos vemos abrumadoramente cercados por la enfermedad. Y tan solo debemos valorar a la naturaleza que crece a nuestro alrededor. Pero en lugar de eso, la fumigamos.
En estos días estoy organizando una siembra colectiva de bellotas con la intención de ayudar a repoblar nuestro bosque autóctono. Varias son las amigas que me han vaticinado: «Los conejos son un problema, se comerán los brotes si no los proteges». ¿Observáis la aptitud? Cuando paseo por los campos castellanos advierto por supuesto la sobrepoblación de conejos y sus efectos. Pero me esfuerzo en valorar sus efectos positivos frente a los negativos. Los jóvenes gazapos escavan pequeños agujeritos, de no más de unos centímetros de profundad sobre los que se acuestan en la madrugadas frías. Un agujerito poco profundo, con la tierra escavada formando un mullido montoncillo al lado y, en muchas ocasiones, con cuatro o cinco caquitas de conejo en el fondo. ¿Quién dice que a la hora de sembrar bellotas los conejos son un problema y no una solución?
¡Nos hacen todo el trabajo! Ni tan siquiera tengo que agacharme, solo dejo caer la bellota en el agujerito, la cubro con la tierra que el gazapo ha excavado y la piso para asentarla. Listo.
La gestión de nuestros residuos, bien orientada, podría ofrecernos un sinfín de recursos que venimos desechando tan solo por nuestra incapacidad para valorarlos. Fertilizantes orgánicos, metales, minerales, material de construcción… Solo nos limita nuestra limitado visión y nuestros prejuicios.
Debemos aprender a contentarnos, valorar lo sencillo.
Da un nuevo enfoque a lo que veas. Déjate caer hasta el centro de la esfera, ríndete en lugar de luchar y desgastar tu propio cuerpo y descansa del peso de tus ideas. las personas mejoramos solo si nos cambiamos a nosotras mismas, no si cambiamos el mundo. No seas una pieza más del rompecabezas, conviértete en observador de la gran obra. Lo único que tendrás que hacer será maravillarte a cada instante.
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