- ¿Qué es un Bosque Comestible?
- La clave de este sistema
- Diseño de un Bosque Comestible
- Patrones y marcos de plantación
- Gremios de árboles
- Transitar hacia un Bosque Comestible
- El viñedo medicinal
- El olivar comestible
¿QUÉ ES UN BOSQUE COMESTIBLE?
Un bosque comestible es un sistema de producción de alimentos en que el cultivo asemeja las condiciones naturales del bosque, produciendo en abundancia con un mínimo esfuerzo. Un sistema innovador que a su vez se basa en conocimientos ancestrales: los ciclos de la vida natural que se dan en los ecosistemas salvajes. De su comprensión e imitación surge este sistema agroforestal 100% sostenible.
Nadie trabaja en un bosque. Ninguna tubería riega las selvas tropicales ni los tractores labran los suelos de los montes. Sin embargo siguen produciendo alimentos para miles de animales. En un Bosque Comestible se asemejan las condiciones de un bosque natural, diseñando con esmero y escogiendo entre una gran biodiversidad de plantas útiles para el ser humano.
Revisar nuestros conceptos de tiempo, eficiencia, producción y trabajo será importante a la hora de plantear este sistema. No nos proporcionará los beneficios a los que la industria nos tiene acostumbrados en concepto de tiempo y producción, pues habrá que esperar varios años, para poder ver una producción más caprichosa y sutil de la que muestra el supermercado. Sin embargo en términos de eficiencia y trabajo ningún otro sistema podrá competir con éste: una persona con una hoz de monte podría gestionar una hectárea de bosque comestible. Sin gastar una gota de petroleo, ni pizca de abonos o pesticidas químicos. En términos energéticos absolutos, con diez veces menos esfuerzo se podría producir dos o tres veces más calorías de alimentos que en cualquier campo de cereal actual.
LA CLAVE DE ESTE SISTEMA
Dos son las claves principales del éxito en este sistema:
1 — La primera es que cerramos una gran cantidad de ciclos naturales dentro del propio ecosistema. Así, por ejemplo, los propios pájaros retornan a la tierra el fósforo extraído por las raíces; el humus del suelo retiene el agua de lluvia y devuelve el carbono a las plantas; los microorganismos del suelo aumentan la biodisponibilidad de nutrientes y los restos no cosechados sirven para alimentar animales domésticos, quienes complementan el sistema.
2 — La segunda consiste en producir en altura, utilizando las tres dimensiones tanto como sea posible. Frente a un campo de patatas, en el que toda la producción se concentra a una cuarta bajo el suelo, un Bosque Comestible sería como si apiláramos varios campos uno sobre otro, encontrando plantas que producen a muy diversos niveles:
DISEÑO DE UN BOSQUE COMESTIBLE
Lo más importante es olvidarse del concepto de plantación agrícola y buscar bosques vírgenes por los que pasear y de cuya energía podamos empaparnos. Entender que la naturaleza es salvaje y que no gusta de marcos o limitaciones. Lo primero será observar antes de interactuar y analizar el terreno en que vayamos a plantar nuestro bosque comestible. Cuanto mayor sea el número de variables que tengamos en cuenta mayor será nuestro éxito.
De mayor a menor variabilidad habrá que analizar:
1 – Clima: aunque en estos tiempos ésta variable casi ha perdido su primer puesto; latitud, altura sobre el nivel del mar, temperaturas máximas, mínimas y medias, las precipitaciones anuales, la dirección desde la que soplan los vientos predominantes o las fechas en que acaban y comienzan las heladas son datos muy importantes que deberíamos obtener.
2 – Pendientes: la orografía es difícilmente modificable, es mejor adaptarse a ella realizando un diseño en Linea-Clave; mediante el cual también podemos llevar agua hasta alguna balsa o estanque.
3 – Suelo: analizar el tipo de suelo, su PH y las anteriores condiciones de cultivo. Empleando métodos regenerativos el suelo de nuestro bosque ganará fertilidad año tras año.
4 – Agua (sistemas de riego): reconocer las fuentes de agua y su máximo aprovechamiento es crucial.
5 – Vegetación existente: debemos aprovecharla al máximo y comenzar plantando al amparo de ella.
6 – Fauna: potenciaremos la fauna silvestre local y las variedades domesticas tradicionales.
7 – Accesos: caminos y senderos serán necesarios para el aprovechamiento de nuestro bosque, su ubicación y mantenimiento tendrán mucho que ver con la buena gestión que hagamos del agua de escorrentía.
8 – Microclimas: la vegetación y la orografía los determinarán al comienzo; luego, nuevos árboles o construcciones podrán generar nuevos microclimas.
9 – Aspectos eco-sociales: muy importante comenzar conociendo la comunidad de la que el bosque formará parte. Los entornos humanos y la cultura social que los habita es un factor que puede fácilmente alterar todos los demás. Debemos ayudar a que esos cambios en la sociedad vayan en favor de la naturaleza y no en su contra.
Una vez conozcamos los recursos hídricos, las pendientes, la linea-clave y demás información podremos usarla para diseñar un ambiente lo más similar al bosque natural que nos sea posible. Debemos escoger cuidadosamente un rango de especies adaptables a nuestra situación y buscar sus variedades locales.
También debemos tener en cuenta los recursos económicos con que contamos y los plazos en que estimamos que podremos llevar a cabo unas y otras actuaciones. Con más dinero tal vez se pueda ganar algo de tiempo y producir un poco antes. Trasplantes de árboles ya mayores nos darán producción mucho en pocos años, pero producirán durante menos tiempo. Los árboles más sanos y longevos serán los que trasplantemos jóvenes o sembremos directamente desde una semilla. Desarrollar un plan a largo plazo y dividirlo en varias fases es lo mejor. En cada fase se dará prioridad a una serie de trabajos o plantas (ver transición a un bosque comestible).
Si queremos incluir un sistema de riego, algún tipo de construcción y otros elementos será mucho mejor que los espacios destinados para ello se tengan en cuenta desde el principio. Siempre es mucho mejor dejar posibilidades abiertas que no tener que deshacer lo que ya se ha hecho. Bioconstrucciones, tipis, zonas de juego, huertos, estanques, casetas para animales, refugios de fauna útil, merenderos y otros elementos serán apropiados para muchos de los espacios de nuestro bosque comestible. Debemos permitirnos dejar estos espacios y diseñar para hacerlos más eficientes plantando, por ejemplo, árboles de hoja caduca frente a las zonas habitables. Podemos aprovechar el viento para sacar agua de un pozo o producir electricidad con un molino, pero para ello debemos prever que en el futuro ningún árbol le privará del viento dominante. La forma de la piscina podría adaptarse al bosque ya existente y no al contrario.
PATRONES Y MARCOS DE PLATACIÓN
El marco de plantación es la distancia y la forma que queda entre los árboles. En las plantaciones convencionales es cuadrado. Cuadrado y lineal; mecánico, aburrido. Útil a las máquinas pero confuso para los animales. Fruto del lado izquierdo de nuestro cerebro, esta forma limita nuestra mente creativa, nuestra capacidad de aprender y responder al entorno de forma resiliente. No existen cuadrados en la naturaleza, este modo de plantación tan solo responde al destructor raciocinio humano, su insaciable ansia de producción y su inconsciente búsqueda de comodidad.
Un bosque autóctono crece sin obedecer a ningún patrón, más allá del “caorden” natural. Se puede iniciar un bosque siguiendo un patrón caótico, ubicando los árboles en puntos completamente aleatorios, o se puede utilizar algún tipo de patrón natural si la orografía lo permite y tenemos suficiente espacio para ello. Si el terreno se encuentra en pendiete lo mejor será la plantación en linea-clave para poder cosechar cada gota de agua de lluvia para nuestro bosque.
Diseñando desde el patrón hacia el detalle podemos dar al bosque una identidad y energía particular sin perturbar con ello la belleza natural. Para alejarnos de los alienantes cuadrados y las aburridas lineas rectas podemos diseñar nuestro bosque comestible atendiendo a formas más armónicas y naturales, con diseños energéticos, formas de espiral, geometría sagrada, mandalas y mucho más.
GREMIOS DE ÁRBOLES
Hemos hablado ya de la importancia de los microclimas a la hora de favorecer el crecimiento de los árboles. En muchas ocasiones la experiencia a la hora de introducir especies o variedad en nuevas zonas ha fallado únicamente por no tener en cuenta la natural biodiversidad arbórea. Los sistemas forestales no crecen como una plantación, en la que una única especie ocupa todo el espacio, sino que plantas más delicadas crecen ayudadas por otras con mayor resistencia, a su sombra o abrigo.
En permacultura se conoce como “gremio” a un grupo de árboles con una forma o identidad determinada. La forma que se puede dar a un grupo de árboles puede ayudar a alguno de ellos (cuya naturaleza sea más delicada) a medrar y favorecer su crecimiento. Así, árboles autóctonos colocados al norte de otros los protegerán frente al frio, un almendro puede ser un buen cortavientos para un peral, a la sombra de las grandes moreras pueden crecer madroños y laureles. La forma de un gremio, las especies de que se compongan y la ubicación de cada una, han de estudiarse con imaginación e intuición.
Un semicírculo de encinas, abierto al sur, generará un punto más cálido justo en el centro de éstas. En cambio un semicírculo de olmos abierto al norte creará un espacio más húmedo en su centro. Pueden usarse árboles autóctonos o de rápido crecimiento para potenciar a otros miembros del gremio y luego talarse en el futuro. Si con el tiempo comprobamos el éxito de algunos de nuestros gremios, podemos combinarlos formando un “gremio de gremios”. Esta potencialización puede llegar a su máxima expresión si, de forma fractal, implementamos un «gremio de “gremio de gremios”».
TRANSITAR HACIA UN BOSQUE COMESTIBLE
En primer lugar deberemos tratar de imitar la sucesión ecológica natural. Cuando un terreno se abandona, primero es colonizado por las plantas que, más allá del clima de la zona, pueden arraigar bien en dicho suelo. Estas son las plantas oportunistas. Es normal que los cardos proliferen en terrenos exhaustos, esto es por que son las únicas plantas capaces de extraer nutrientes gracias a sus raíces profundas y de conservarlos gracias a sus espinas. Pero con el tiempo las raíces de cardos y jaramagos perforan el suelo compacto, su materia orgánica comienza a fertilizar el suelo y a atraer a animales. Es entonces cuando el banco de semillas latente del suelo se activa. Al generarse la estructura natural del suelo las plantas más adaptadas al clima de la zona comienzan a aparecer, el suelo se cubre y surgen pequeños arbustos. Este primer matorral protegerá a los jóvenes arbolitos que crezcan en él. Pasadas varias décadas el paisaje se tornará irreconocible, los árboles ya maduros elevan sus ramas lejos de los rumiantes y bajo su protección pueden brotar nuevas especies que no podrían haber nacido en las antiguas condiciones.
La forma de acelerar y asegurar el éxito de nuestro bosque consistirá en imitar esta sucesión natural:
1 – Para ello primero debemos de incentivar el crecimiento de hierbas beneficiosas, que cubrirán y darán estructura al suelo. Las crucíferas, que perforan el suelo, y las leguminosas, que le aportan nitrógeno serán siempre una decisión acertada. Si los primeros veranos la hierba seca no cubre por completo el suelo, podemos acolcharlo con paja. Sobre este primer manto incentivaremos el crecimiento de “árboles pioneros” o “especies de apoyo”. Estas serán las que, bien por tradición bien por adaptación tenemos la garantía de que arraigarán. Si en la zona tenemos encinas o robles, sembraremos sus bellotas, muchas de ellas germinarán dándonos como base de nuestro bosque la especie mejor adaptada. Pero además debemos añadir tantos árboles y arbustos de crecimiento rápido como sea posible; una vez más las leguminosas serán la mejor de las opciones, crecerán muy deprisa y las bacterias de sus raíces aportarán nitrógeno al suelo. En una primera fase deberíamos añadir tantos árboles y arbustos de leguminosas como nos sea posible: acacias, retamas… Una buena forma de añadir plantas altas a nuestro primer bosque es sembrar mediante bolitas de Nendo-Dango acelgas salvajes, berzas, armuelle o sorgo; todas ellas plantas altas que se perpetuarán a si mismas, pero que disminuirán en número conforme el bosque tome forma.
2 – Junto a estas “plantas pioneras” plantaremos nuestros frutales, que crecerán protegidos del viento, los hielos y el Sol veraniego durante sus primeros años de vida. No debemos temer introducir algunas especies exóticas, muchas crecen en parques y jardines, sus frutos son cotidianos en nuestros supermercados; su crecimiento y aprovechamiento podrían sorprendernos. No escatimaremos cuidados a nuestros árboles productivos acolchando a su alrededor y regandolos en los periodos de sequía. Con el tiempo iremos segando la hierba y podando los árboles pioneros para dejar espacio a las especies más productivas y que queramos favorecer, dejando siempre un número significativo de plantas autóctonas. El mejor momento para podar o segar serán los periodos menguantes (otoño y lunas descendentes) y la estación húmeda (en la que el agua que llueve es mayor que la que se evapora). Toda esta materia vegetal se troceará o triturará e irá incrementando la fertilidad de nuestro bosque.
3 – En un inicio, las “plantas pioneras” debieron de suponer en torno al 90% de la masa vegetal del bosque frente al 10% de árboles productivos. En las últimas fases, casi todos estos árboles y arbustos, que crecían muy juntos y altos, se han ido transformando en humus para nuestro suelo y ahora tan solo suponen el 10% de nuestro bosque. El 90% restante son las especies productivas que más aprovechamos y que han crecido rápidas y vigorosas gracias a la ayuda de las otras.
4 – Otro trabajo esencial será fomentar la biodiversidad. Para ello procuraremos construir espacios y refugios para insectos, pequeños animales e incluso grandes depredadores. Charcas y estanques para ranas y patos, nidos para distintos tipos de pájaros o murciélagos, montones de rocas para reptiles, hoteles de insectos, cañaverales, montones de leña o madrigueras para zorros son solo algunos ejemplos. Naturaleza, animales y arte pueden unirse para construir elementos armónicos, útiles y divertidos.
5 – Los animales domésticos serían la pieza que cerrará y acelerará todos los ciclos. Incluyendo gallinas y patos; ovejas y cabras, caballos y burros. Las gallinas pueden ayudarnos mucho al principio, removiendo y abonando la tierra para las primeras plantaciones. Este tipo de sistema puede aprovecharse también para mantener algún pequeño rebaño, incluyendo especies útiles para el ramoneo y diseñándolo de modo que rodee los pastizales de un sistema racional de pastoreo por parcelas, en los que los animales son movidos a otra parcela cuando han comido la hierba en la que se encuentran. Un bosque comestible en los linderos de éste sistema lo harán aún mucho más productivo.
6 – Podemos también aumentar la biodiversidad microbiológica fumigando esporádicamente con Microorganismos Nativos o Microorganismos Efectivos, empleando compost o bocashi en las plantaciones de árboles o micorrizando las semillas que sembremos. Los hongos serán el estómago que transforme el exceso de masa vegetal de nuestro primer bosque en el fértil humus del bosque maduro, debemos festejar la presencia de setas. Y no solo eso, musgos, líquenes… Incluso las bacterias y virus que puedan atacar a una planta en concreto hasta causarle la muerte están paralelamente viviendo en simbiosis con las demás, no podemos ni imaginar lo que están haciendo en beneficio de todas.
Estas son las bases para iniciar un bosque de alimentos. Pueden darse muchas otras claves concretas y profundizar sobre las labores que el día a día requieren. Para explicar todo esto se me ocurre proponer dos modelos de transición a un bosque comestible partiendo de los dos cultivos leñosos más extendidos en nuestro territorio: la viña y el olivar.
EL VIÑEDO MEDICINAL
No hace mucho tiempo que las propiedades fermentativas de la uva se utilizaban para conservar en vino las propiedades medicinales de las plantas. Los vinos “cordiales” fueron muy empleados por la medicina en una época en la que los montes y espacios naturales eran mucho más prolíficos en plantas aromáticas y medicinales. Hoy debemos mantener e incrementar el valor de las medicinas naturales y sus virtudes, las cuales son muy a menudo injustamente cuestionadas. Por otro lado el cultivo tradicional y sostenible de la uva se pierde cada día en una vorágine de viñedos emparrados, máquinas de vendimiar y precios tan vergonzosos que aún se miden en pesetas. El viñedo medicinal sería un novedoso sistema de integrar dos tradiciones aparentemente disociadas: la uva y la medicina natural. La viña como recurso y el vino como bebida sagrada.
El matorral es un ecosistema similar al bosque, pero más abierto, con una vegetación más arbustiva que arbórea. La viña se presta perfectamente como base para imitar este entorno. Para ello tendríamos que transitar el monocultivo de la uva a un modelo permacultural comenzando, por ejemplo, por estos puntos:
1 – Primeramente debemos de cuestionarnos la cantidad de vino que producimos y consumimos; creo que nos excedemos en ambos casos. Conocer y tomar infusiones de plantas es una solución sencilla para cuidar la salud y reducir el consumo de alcohol. Pero para ello sería necesario producir más de estas plantas.
2 – Podemos comenzar reponiendo las cepas secas con romeros y lavandas, o macizos de tomillo y orégano. Otra forma de acelerar la transición es seleccionar algunas cepas para arrancar y llevar a la leñera. En estos espacios (o en cualquier otro) podemos sembrar helicriso, salvia, ruda, lentisco, madroños, enebros o cipreses.
3 – En laderas erosionadas, en las que la tierra fértil se ha ido hacia el mar y solo quedan piedras, podemos amontonar estas piedras colocándolas sobre las lineas clave, la materia orgánica acabará recubriéndolas y reteniendo el agua de lluvia. Del mismo modo que la encina sería el árbol autóctono base para un bosque comestible mediterráneo, su versión arbustiva, la coscoja, podría suplantarla en un ecosistema estepario. Ajos, alcachofas, chumberas, escaramujos, esparragueras, espartos, granados, laureles, majuelos, madreselvas, membrillos, agaves o zarzamoras son otras muchas de las plantas que podríamos incluir.
4 – Siempre trabajando en condiciones religiosamente ecológicas, sin insumos químicos y reduciendo todo lo posible el uso del arado (ver Técnicas de No-Laboreo). Podemos usar la desbrozadora manual o aprovechar el marco cuadrado para pasar la desbrozadora mecánica con el tractor. Tras la vendimia, las ovejas, vacas o caballos pueden podarnos gran parte de la vid, controlar la hierba y abonar el suelo hasta la primavera.
5 – (Puede que esta idea resulte algo descabellada, pero no es la primera idea descabellada entre estas lineas así que ahí va): Del mismo modo que los Microorganismos Efectivos actúan de forma beneficiosa para el cultivo incrementando, en el proceso de fermentación, el número de microorganismos regenerarivos frente a los patógenos; este mismo principio podría trasladarse a los microorganismos naturales de la viña y fumigar con vino. Activado si lo hacemos en plena fermentación, maduro si ya es crianza. Ahí queda eso…
6 – Desde luego que seguiríamos teniendo el suficiente mosto como para elaborar nuestros vinos. Pero no los típicos vinos de mesa, no; para comer mejor con kombucha. Elaboraremos vinos medicinales que servirán para conservar las propiedades de las plantas por más tiempo y hacer que sus componentes sean más biodisponibles en nuestro organismo. Así, podemos añadir a la fermentación del vino una abundante cantidad de hojas de tomillo, hisopo y semillas machacadas de hinojo para obtener un vino con propiedades anticatarrales; o ajenjo, hierba Luisa y manzanilla para conseguir un vino digestivo; o flores de lavanda, amapola y marihuana para tener un vino que nos calme los nervios y nos combata el insomnio.
EL OLIVAR COMESTIBLE
Posiblemente se trate del cultivo leñoso más extendido por toda la península. Centenarios en muchos casos, su crecimiento y cuidados han pasado de generación en generación, símbolo de tenacidad. Su aceite sigue siendo uno de los mejores que se pueden consumir y las aceitunas, bien sean encurtidas o secas son un excelente alimento. Sus hojas y ramas pueden alimentar al ganado y su madera de altísima calidad sirve en carpintería para hacer útiles resistentes y duraderos. De Israel a Portugal, el olivo es una institución del monte mediterráneo.
Pero vivimos una época en la que a este árbol también sagrado le brindamos cada vez menos respeto. De nuevo su crecimiento, y el producto que de él elaboramos se ven coaccionados por las leyes de los mercados, de la industria y la economía global. Cada día aparecen más y más cultivos de olivares super-intensivos, que agotan los recursos hídricos. Fábricas estandarizadas y químicamente controladas que producen un aceite de baja calidad.
Pero cualquier olivar de nuestras tierras podría con tiempo y dedicación transicionarse hacia un sistema de Bosque Comestible. Hemos de entender que en un sistema agroforestal en el que utilizamos la propia autofertilidad natural, los nutrientes que los olivos extraen del suelo serían devueltos a éste por otras especies, por la presencia de animales. En un suelo sin laboreo los hongos ayudarán a la distribución de sustancias esenciales para el resto de plantas gracias a su red de micelio.
Así pues, algunos pasos permaculturales para transitar nuestro olivar a un bosque comestible serían:
1 – Olvidarse por completo del laboreo. En las plantaciones de árboles es mucho más eficiente el desbroce mecánico. Podemos elegir un cultivo de cobertura que podemos segar a finales de la primavera; si elegimos bien las variedades y dejamos suficientes plantas para que suelten de nuevo sus semillas este primer nivel podrá llegar a naturalizarse.
2 – La siega y el desbroce son como decimos la alternativa al arado, pero con el tiempo aprenderemos a hacer una siega cada vez más selectiva. Algunos agricultores entienden por no-laboreo la eliminación química de las adventicias mediante herbicidas. ¡Esto no es permacultura! El uso de insumos sintéticos o complejos agroquímicos no es en absoluto necesario en el manejo de un sistema agroforestal sostenible.
3 – Elaborar una trampa sistémica para el insecto que ataca una fruta es relativamente sencillo: solo hay que hacer una trampa con una botella de plástico y poner en su interior agua con unos trozos o mermelada o un poco de crema de aquella fruta que queremos proteger. Tras fermentar, el olor atraerá al mosquito que la ataca. La idea sirve para cualquier frutal. Si nos preocupa el aspecto de la fruta de cara a su venta, podemos embolsar las frutas que deseemos proteger mejor.
4 – Puede resultar interesante incluir animales domésticos dentro del olivar comestible. Desbrozarían de la forma más natural. Una pareja de burros, por ejemplo, nos aportarían una gran cantidad de abono y nos podarían las ramas más bajas del bosque. Manejados cuidadosamente con un pastor eléctrico, pueden ayudarnos a regenerar el terreno con mayor facilidad o ayudar a limpiar zonas que anteriormente quedaron inaccesibles por la maleza. Si no queremos manejar animales, podemos sencillamente aprender a manejar Microorganismos.
5 – A la hora de plantar nuevos árboles, podemos olvidarnos del patrón cuadrado y elegir otro tipo de energía o plantar en linea-clave. No tenemos que hacer nada con los olivos ya plantados, al menos al principio, con el tiempo y conforme otros árboles vayan creciendo podremos comenzar a sacrificar alguno de los olivos. Otro asunto serían los cultivos super-intensivos, aquí el número de olivos si que es demasiado, podemos tratarlos como árboles de apoyo y triturarlos para devolver sus nutrientes al suelo.
6 – En el proceso de analisis hemos anotado los extremos climáticos (temperaturas, precipitaciones, heladas…) Tras esto debemos hacer nuestra lista de especies, dando prioridad a los árboles tradicionales y que ya se pueden ver en el entorno. Si nuestras temperaturas nos limitan habrá que aceptarlo; en la costa tropical de Granada podremos plantar mangos, pero nunca allá donde hiele más de tres días al año. Manzanos, avellanos y melocotoneros sufren por encima de los 30º, pero higueras y almendros resisten por encima de 40º. Acacias, acerolos, aguacates, albaricoques, algarrobos, almeces, arces, azufaifos, cañas, castaños, cerezos, chopos, ciruelos, cítricos, encinas, enebros, espinos, granados, kakis, kiris, membrillos, moreras, nísperos, nogales, olmos, palmeras datileras, perales, pinos piñoneros, pistachos, robles, rosales, saúcos, serbales, taráis o tejos, son algunos de los árboles que podemos plantar entre los olivos, siempre buscando las variedades que mejor se adapten a la zona. Bajo los olivos menos productivos podemos sembrar escaramujos, hiedra, kiwis, lúpulo, madreselva o vides; todas ellas enredaderas que ascenderán por sus ramas.
7 – La poda y el injerto son dos técnicas agrícolas que deberemos de estudiar y experimentar. Es muy importante que preguntemos a los ancianos de la zona sobre estos trabajos y que no tengamos miedo de realizarlos. Hemos de procurar amor hacia nuestros árboles, pero no debemos olvidar que lo que queremos es un sistema de producción de alimentos, quizá tengamos que proteger a algunos de ellos del ataque de conejos u otros rumiantes. Desde el cuidado y el respeto podremos lograr que la naturaleza se enrosque alrededor del camino que le tracemos y jugando con ella conseguir auténticas fantasías dignas de los elfos.
8 – Por último deberemos de prepararnos para un nuevo tipo de economía, más local y en la que el productor se empodera de su producto. Con una menor cantidad de producción pero con una enorme variedad de productos, de altísima calidad. La creación de grupos de consumo, cooperativas integrales o redes de intercambio y apoyo mutuo pueden ser importantes trabajos que comenzar a realizar en nuestro entorno social más cercano.
Estos nuevos sistemas agroforestales serán la forma de producir alimentos del futuro, sistemas naturales, fácilmente integrables en cualquier entorno o ecosistema, regenerativos del paisaje y la fertilidad de los suelos, amigables para la vida salvaje, sanos, sencillos, bellos; entornos donde respirar paz y tranquilidad. Nadie debería desear que una máquina nos quitase el beneplácito de habitar y trasubir en el edén de un Bosque Comestible. Construyamoslos por doquier y regresemos nuestra esencia al lento crecer del bosque, las raíces bien conectadas con la Madre Tierra y nuestra piel reflejando las luces del cielo. Rodeados de armonía, de alegría y de abundancia.
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