“Recoge el heno mientras brille el sol”
La energía nos rodea, esta por todas partes, en sus innumerables formas. El calor, el movimiento incluso el pensamiento mismo no serían sino distintas formas de energía.
A efectos teóricos todos sabemos que la energía ni se crea ni se destruye, pero a efectos prácticos todos sabemos muy bien que la energía, principalmente, se malgasta. Una carretera iluminada por la noche sin que ningún automóvil la atraviese es un mal gasto de la energía; dos horas pensando en que decir a la chica de la mesa de al lado para al final no decir nada es otro mal gasto de energía.
El valor de la energía tiene mucho que ver con el tiempo. Si cuando ves acercarse la tormenta sales a recoger la ropa tendida estas ayudando a conservar la energía más que si esperas a que esta se moje. Si cuando coges el coche aprovechas para realizar varios recados al mismo tiempo, optimizas y aprovechas la energía.
“A quien madruga Dios le ayuda”.
Pero los humanos no siempre somos conscientes de nuestro gasto energético. Por ejemplo: el auge y crecimiento que nuestra civilización global ha experimentado durante los últimos 100 años se debe a un gasto de energía fósil equivalente a 100.000.000 de años (este dato es una suposición, pero aquí lo que quiero es solo transmitir la idea). Este es, sin duda, nuestro mayor malgasto.
Si nuestra civilización se detuviera, y comenzara a emplear sus fuentes de recursos energéticos renovables: el Sol, el viento, la fuerza del agua, etc., sin duda creceríamos a un ritmo más lento (y depende de en que sentido se pretenda crecer), pero seguro que dedicaríamos más tiempo y esfuerzo en hacer más eficiente toda nuestra tecnología. Y, por supuesto, no causaríamos un daño tan destructivo sobre nuestro entorno; ni pondríamos en peligro nuestra propia supervivencia. El almacenar la energía, para distribuirla conscientemente nos brindaría un mundo no solo más limpio, sino más sano, más verde, con una mayor abundancia en todos los sentidos y en donde respirar tranquilidad.
Es muy importante también entender que uno de los mayores malgastos de nuestra sociedad consiste precisamente en transportar la energía de un lugar a otro, para lo cual también se utiliza una enorme cantidad de energía; o el utilizar una ingente cantidad de energía para obtener otro tipo diferente de energía (la obtención de biodiesel, por ejemplo, sostenida por el consume de petróleo para uso agrícola) es otro malgasto terriblemente inconsciente. Lo eficiente es producir la energía allá donde se vaya a consumir y si no se puede consumir en ese momento almacenarla. Pero no nos la llevamos de un lado para otro, almacenamos.
“El amor siempre trae dificultades, es cierto, pero da energía”.
Vincent Van Gogh
Por que la mejor y más duradera fuente de energía que se puede almacenar es sencillamente la vida: vida en todas sus formas. Restaurando la fertilidad de los suelos y salvaguardando el humus, reforestando y cuidando nuestros bosques para que nos protejan, calienten y regulen el clima. Para ello debemos almacenar y aprovechar cada gota de agua, para producir alimentos saludables; construir casas energéticamente pasivas (que producen su propia energía); pero sobretodo debemos comenzar a utilizar la energía humana, esa de la que todos somos capaces. De que sirve ir al gimnasio si luego no puedes subir la compra por las escaleras; de que te sirve estudiar una carrera, si después pasarás tu vida en una cadena de montaje.
“Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”.
Albert Einstein.
Aprovecha el tiempo y la energía a tu alrededor; almacénala aunque solo sea en tu cerebro. La necesitarás.
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