Cuando paseamos por el bosque, por algunas playas, zonas montañosas o por cualquier lugar que no haya sido destruido o alterado por la mano del hombre lo que observamos, básicamente, es biodiversidad. La naturaleza no crea sistemas monótonos, sino intrincadas redes y complejos sistemas interconectados por cientos y miles de formas de vida. La vida exige variantes, diversidad, mezcla, ahí es donde reside su riqueza.
Para lograr atraer esta riqueza hacia los ambientes que construyamos necesitamos usar y valorar la biodiversidad. Nuestras tierras agrícolas necesitan una reconversión. El monocultivo arruina los mediombientes humanos, genera plagas (que comienzan a adquirir proporciones bíblicas), extingue especies, y además vuelve precaria la economía del medio rural.
El monocultivo solo se sostiene gracias a la industrialización del campo, al constante aporte de abonos nitrogenados y… todo dicho sea de paso, al amor de la madre tierra y a su fuerza para soportar nuestros desatinos. Pero, como en prácticamente todo lo que el ser humano ha cambiado de sus hábitats, el equilibrio ya se ha descompensado.
Por ello prima actuar y revertir este proceso. Debemos de volver a policultivar nuestros campos. Esto no solo nos ayudará a regenerar nuestros suelos y restablecer los ecosistemas; sino que también traerá abundancia a las manos de los campesinos que realmente sientan, amen y quieran trabajar la tierra.
En las siguientes lineas explicaré algunas técnicas de policultivos, desde las más tradicionales hasta las más novedosas. Conocer sus principios nos ayudará a reconvertir nuestros campos hacia un modelo más ecológico, sostenible y saludable.
ROTACIÓN DE CULTIVOS
Se trata del sistema más simple y tradicional para mantener los ciclos de fertilidad de la tierra en condiciones mucho más cercanas a los biorritmos naturales.
Este método evita que un solo cultivo consuma de forma desproporcionada un tipo concreto de nutrientes, así favorecemos la diversidad mineral y biológica del suelo.
Llevarlo a cabo es bien sencillo y el principio básico no requiere de mucha lógica: no cultivar lo mismo en el mismo lugar un año tras otro. O sea, rotar los cultivos. Un año en un sitio, al año siguiente en otro… Y dejar que así nuestra tierra “descanse”.
Podemos hacerlo de dos formas básicas:
-Sembrar en la misma parcela un cultivo diferente cada año.
-Subdividir la parcela y sembrar cultivos distintos en cada sub-parcela.
Con cada año, o nueva estación, llevaremos nuestro cultivo a la siguiente parcela, de modo que pasados «x» años el primer cultivo regresa de nuevo a la primera parcela. Podemos dividir nuestro terreno en tantas parcelas y cultivos como queramos. Cuanto mayor sea la rotación y más tiempo pase sin que repitamos el mismo cultivo en la misma parcela, mejores resultados obtendremos. Lo ideal es el mismo número de parcelas que tipos de cultivo.
Si solo queremos sembrar un tipo de cultivo habrá que dejar la tierra en «barbecho» al año siguiente. El barbecho es la forma más sencilla para permitir que la tierra se regenere tras la cosecha. Este tradicional sistema consiste en no interferir de modo alguna en el terreno durante un largo periodo dando tiempo a que las plantas indicadoras se desarrollen y mueran, estructurando y aportando materia orgánica. Lo ideal sería que los ganados pastasen libremente por las tierras dejadas en barbecho, fertilizando y manteniendo así la salud del suelo. Las antiguas leyes permitían a los rebaños pastar libremente en cualquier barbecho.
Esto queda aún muy lineal. Conforme la fertilidad de nuestro campo lo permita, podemos intercalar cultivos más exigentes o que extraen nutrientes de estratos más profundos del suelo, nuestra producción será más variada sin perder fertilidad.
Por los aportes de nitrógeno que las legumbres otorgan al suelo resulta casi obligatorio incluirlas en nuestro sistema de rotación.
En lugar de dejar la tierra simplemente en barbecho podemos incluir algún abono verde (ver “25 Hierbas para mejorar nuestro suelo”) en nuestro sistema para otorgar ciertos beneficios específicos al suelo. También podemos variar los cultivos siempre que elijamos plantas de distintas familias.
¡Fantástico! Ahora iremos un paso más allá dividiendo nuestro año en dos estaciones: invierno y verano. Nuestros cultivos de verano son aquellos que sembramos entre Diciembre y Mayo. Los cultivos de invierno los sembraremos entre Junio y Noviembre. De hecho, podemos identificar claramente en los solsticios el paso de una a otra estación; todas las plantas son capaces de percibir el cambio que se genera en estos días. De este modo conseguimos tener siempre algún cultivo sobre nuestro campo, pero habrá que calcular bien los periodos de siembra, crecimiento y cosecha de cada cultivo.
Este sería un sistema cuatrienal (aunque no lo repetimos cada cuatro años sino cada dos). Los ajos sembrados en Diciembre-Enero los cosecharemos en Junio. Justo entonces sembraremos el trigo sarraceno, que crecerá durante el verano y cosecharemos en Octubre. Podemos sembrar ahora una variedad de garbanzo de ciclo largo, que crecerá durante todo el invierno y primavera y cosechamos a comienzos de verano. Tras esto dejamos “dormir” la tierra en barbecho hasta el próximo invierno, cuando podremos volver al inicio de nuestro sistema rotativo sembrando ajos de nuevo.
También podemos seguir rotaciones más largas alternando cultivos con requerimientos o características diferentes. Algunas divisiones básicas son:
–Según afectan al suelo:
Gramíneas: desmenuzan el suelo superficialmente
Leguminosas: aportan nitrógeno al suelo
Crucíferas/Raíces: rompen el suelo en profundidad
Cultivo exigente: desgasta el suelo
–Según la parte recolectada:
Frutos (pimiento, melón, trigo…)
Raíces (patatas, zanahorias, cebollas…)
Flores (coliflor, brócoli, alcachofa…)
Hojas (acelga, coles, puerro, perejil…)
–Según familias de plantas:
Umbelíferas (zanahoria, hinojo…)
Solanáceas (tomate, pimiento, patata…)
Cucurbitáceas (calabaza, melón, pepino…)
Crucíferas (coles, nabos, rábanos, rúcula…)
Quenopodiáceas (remolacha, acelga…)
Compuestas (lechuga, endivia, manzanilla…)
Liliáceas (ajo, cebolla, puerro…)
Hasta aquí estamos suponiendo que plantamos toda la parcela con el mismo cultivo cada vez. Aún siguiendo métodos de rotación, el monocultivo no es la práctica más deseable a practicar, ya que estamos perdiendo biodiversidad, somos más propensos a perder la cosecha por plagas o contingencias climáticas y además, no es lo ideal para mantener la fertilidad del suelo.
La mejor forma de practicar la rotación de cultivos es dividiendo la parcela. Para ello estableceremos los periodos a cultivar y dividiremos el terreno en el mismo número de parcelas.
Si elegimos un sistema bi-anual, dividimos la tierra en dos parcelas:
Si elegimos un sistema trienal, dividimos la parcela en tres subparcelas:
Cuanto más largo sea el periodo de rotación mayores serán los beneficios para nuestra tierra y cultivos. Una rotación cuatrienal es muy efectiva y aún sencilla:
Queda claro por que se le llama “rotación” ¿no? Hay que observar que los cultivos rotan de estación en estación; así, los tomates no suceden a los puerros (de largo desarrollo) directamente, sino que dejamos un barbecho en invierno entre estos dos cultivos. En la parcela que hemos nitrogenado con guisantes en invierno, produciremos una buena cosecha de avena, tras la siega de ésta un abono verde de rábano forrajero nos dejará la tierra de maravilla para un cultivo de sandía.
Pero a veces cuatro años no son tanto y las enfermedades que afectan a los cultivos pueden permanecer en el suelo, latentes durante mucho tiempo. Para algunos cultivos, como las patatas, es mejor procurar rotaciones de al menos seis años.
Este sería un ejemplo de rotación para una típica finca familiar en Galicia, en donde además de verduras para la familia es importante producir alimentos para mantener animales como gallinas o algún cerdo. Por ello se mantienen las berzas durante todo el año, tanto en verano como en invierno y se destina el doble de terreno a la producción de maíz. También pueden alimentar a los animales los excedentes de grelos, habas y calabazas. En las parcelas de Huerta hacemos surcos, caballones o bancales y se siembran con diversas plantas de temporada y hortícolas como pimientos, tomates y lechugas en verano, o guisantes y coles en invierno.
BANCAL DE PERENNES
Los permacultores somos muy pícaros y tenemos muy en cuenta las ventajas que las plantas perennes nos ofrecen, ya que reducen considerablemente el trabajo a realizar en la huerta. Las perennes son aquellas plantas que se mantienen vivas durante todo el año o durante varios años, aquellas que aunque se sequen en verano o hielen en invierno vuelven a rebrotar cuando el clima les es favorable y las plantas rastreras o rizomatosas que constantemente crean nuevos hijuelos.
Algunas plantas también actúan como perennes si las dejamos que se desarrollen y lancen las semillas a su aire, como si de adventicias se tratara (manzanilla, lechuga, etc.).
Podemos crear un bancal de perennes diseñándolo con cierto orden (sobretodo al principio), pero lo ideal será dejarlo crecer y desarrollarse de forma semi-salvaje y que sean las propias plantas y la interacción del día a día lo que vaya abriendo y manteniendo los pasillos entre ellas.
Un bancal como este apenas si necesita riego ya que procuraremos plantar aquí las plantas más rústicas y resistentes, que se desarrollarán cuando las condiciones climáticas les sean más favorables. El riego por goteo puede no ser muy conveniente ya que algunas plantas (como la acelga) nacerán de forma espontánea y otras (como la menta) se irán moviendo según las recolectemos; pero podemos colocar goteos bajo las alcachofas, cardos, espárragos, cebollinos, etc. y complementar con un riego esporádico por aspersión en verano.
Estas son algunas plantas que podemos cultivar como perennes en nuestra huerta:
Acelga |
Achicoria |
Ajo silvestre |
Alcachofa |
Berza |
Cacahuete |
Capuchina |
Cardo |
Chayote (trepadora) |
Chufa |
Cebolleta |
Cebollino |
Col |
Cilantro |
Diente de león |
Esparraguera |
Espinaca gigante |
Fresa |
Frambuesa |
Hipérico |
Hinojo |
Lechuga |
Lino |
Malva |
Llantén |
Manzanilla |
Melisa |
Menta |
Milenrama |
Orégano |
Ortiga |
Perejil |
Romero |
Rosal |
Ruibarbo |
Salvia |
Tabaco |
Tanaceto |
Tomillo |
Trébol |
Trigo sarraceno |
Tupinambo |
Si queremos incluir este bancal en nuestra rotación, lo ideal es dejarlo durante periodos muy muy largos.
Pero lo más probable es que tras ocho años observando este bancal ya nunca queramos moverlo de lugar. Y eso sería lo ideal. Un bancal de perennes no agota el suelo, ya que todas las plantas se complementan. Podemos dejar que las gallinas pasten en él algunas horas durante la tarde para fertilizar, controlar insectos y caracoles o añadir un esporádico aporte de compost. Por lo demás los trabajos que requerirá este bancal se reducirán a algún desherbado ocasional, la recolección y el observar con calma como la naturaleza se construye a si misma.
Pero no nos vamos a detener aquí. Una versión aún más sostenible y resiliente sería el BANCAL SINÉRGICO. Pero para llegar a este nivel sería conveniente que antes tratemos dos temas esenciales a la hora de practicar el policultivos.
ASOCIACIONES FAVORABLES
Del mismo modo que las personas tenemos nuestra personalidad podría decirse que las plantas tienen su propia “plantonalidad” y suelen tolerar a unas plantas mejor que a otras cuando se cultivan cerca unas de otras. Ciertamente todo responde a ciertos criterios fisiológicos que podemos aprovechar o químicos que no esta de más conocer, como el tipo de raíz y la profundidad a la que se extiende, el porte de la planta, si fija nitrógeno o si exuda componentes que inhiben el crecimiento de otras plantas o, por el contrario las protegen frente a las enfermedades. Así, podemos cultivar plantas con raíces profundas junto a plantas con raíces superficiales, o plantas que crecen mejor a la sombra bajo plantas de gran porte o plantas cuyos aromas alejan insectos junto a otras que serían muy suculentas para estos.
Por ejemplo a las zanahorias, que son muy chulas, les gusta ser las únicas umbelíferas de la zona, no obstante, si plantamos guisantes a su lado se verán favorecidos por las secreciones de sus raíces. Cultivar aromáticas como la albahaca, el eneldo o el tomillo entre nuestras hortalizas siempre les resultará muy beneficioso. Y de todos es conocida la “Milpa” la extendida asociación precolombina de maíz, fréjol y calabaza.
Al final de esta página encontrarás enlaces a archivos que hablan sobre estos temas de un modo más extenso. La tabla que compartí en “25 Hierbas para cuidar nuestro suelo”, también puede ser muy interesante a la hora de buscar plantas para asociar a nuestros cultivos.
Aún nos queda mucho por investigar sobre en que manera las plantas podrían complementarse en nuestro cultivo, sobretodo si incluimos en el sistema no solo hortalizas sino también árboles, plantas medicinales, adventicias o incluso hongos.
De momento, aquí les dejo una tabla con las más conocidas asociaciones favorables y desfavorables:
Solo añadir que estas combinaciones son fruto de la experiencia de muchos agricultores a lo largo y ancho de todo el mundo, pero dichas experiencias no siempre coinciden. Existen normas (como no mezclar liliáceas con leguminosas) que son más o menos universales pero para otras muchas combinaciones no existe nada escrito o la información que podemos encontrar es en ocasiones contradictoria. Tal y como yo lo veo existen muchos más factores que influyen a la hora de beneficiar un cultivo que sus plantas vecinas, como el suelo, corrientes telúricas, altitud o el entorno. Mi recomendación es propiciar la biodiversidad todo lo posible y no temer mezclar nuestros cultivos, pues al final tu propia experiencia será la que más convenga a tu cultivo.
INTER-CULTUVOS
Una vez que sabemos que cultivos se relacionan mejor entre sí podemos poner en práctica sistemas de inter-cultivos, en donde dos o más tipos de plantas se intercalan en la misma parcela. Dos cultivos asociados e intercalados nos permiten aumentar la producción de cada uno más que si los sembramos aislados ya que potencian su crecimiento mutuamente. Además estamos conservando una mayor fertilidad de nuestro suelo. Así, en lugar de un bancal solo con tomates, plantamos un bancal con dos filas de tomate a los lados, coles en el centro y cebollas intercaladas entre las tomateras. Éste será un bancal más productivo sin menguar la fertilidad de la tierra.
En la imagen podemos ver un inter-cultivo de leguminosas (habas), que nitrogenarán el suelo, con espárragos y una asociación de lechuga con coles.
CULTIVO SINÉRGICO:
El «no-va-más» de toda esta mezcla de policultivos es loo que algunos llamamos cultivo sinérgico (o también agricultura natural). Básicamente se trataría de un método que no responde a ninguna norma ni planificación especial, sino que parte de la libertad con que la permacultora se sienta en paz.
Esta sería la evolución del bancal de perennes del que he hablado antes, solo que no dejamos que el bancal se descontrole, sino que intervenimos de manera muy delicada y no llevados por ideas o reglas preestablecidas, sino por la contemplación de la naturaleza, el respeto hacia sus procesos y nuestro sentir interior.
Según Emilia Hazelip, permacultora defensora de este método, cuatro reglas serían las básicas:
– No perturbar ni compactar la tierra.
– Utilizar la autofertilidad de la tierra como abono.
– Añadir el horizonte humífero al suelo (manteniendo siempre una capa de acolchado)
– Propiciar las micorrizas y la vida micro-biológica de la rizosfera.
Sí, ya se que antes he dicho que el cultivo sinérgico no obedecía reglas… ¡Pues lo sigo diciendo! Ya que estas cuatro pautas no son sino lo que ocurriría de forma normal en la naturaleza y lo que ocurre de forma natural al trabajar en un huerto cuando apenas se le interviene (o cuando se hace de un modo muy consciente).
Las cuatro normas que yo utilizo en mi huerto sinérgico (las anteriores llevadas a la práctica) son más o menos algo así:
– Mantener siempre una buena capa de acolchado en todo el huerto, en bancales y sobretodo en los accesos. Ya que es en los accesos donde las adventicias fastidiarían más y prefiero que en los bancales salga un poco de todo, que luego ya iré seleccionando. Es sorprendente observar como el micelio se extiende bajo toda la capa de acolchado tras la caída de las primeras lluvias. Incluso crecen pequeñas setas en el otoño.
– Utilizar las hojas y desechos de las plantas del propio huerto como acolchado. Aunque también tengo un compostero en el que combino los restos de la cocina con algunos restos del huerto, lo ideal es que sea el propio micro-ecosistema el que genere el fértil humus que regenerará el suelo.
– Sembrar y trasplantar en los huecos. Así de simple, si hay un hueco entre otras plantas, ese es el mejor lugar para la que vas a sembrar, no lo pienses. Cuanto más pienses después mayor será el error que pensarás haber cometido.
– Rociar de forma habitual microorganismos efectivos al suelo y las plantas. Aquí si que es bueno hacer algún aporte mineral en forma de harinas de rocas o biochar para aumentar la diversidad mineral del suelo.
La clave para mantener un buen control a la hora de implementar este método consiste en elaborar desde el principio un muy buen diseño de nuestro espacio, diseño en donde daremos cabida a todas las posibilidades y retos con que nos podamos enfrentar a lo largo de años, lustros o décadas: agua, accesos, pendientes o los distintos elementos físicos que rodearán nuestro huerto (invernadero, casa de herramientas…) Todos estos son elementos más permanentes que no variarán a lo largo del tiempo, ubicados de forma eficiente (y sinérgica) con nuestro espacio también potenciarán nuestra labor y nuestro trabajo en el huerto.
A la hora de diseñar un huerto sinérgico, en la práctica, podríamos tener algo como el ejemplo siguiente:
Aquí tenemos un diseño hipotético para una parcela en la que se quiere construir un huerto sinérgico. Si bien tenemos en cuenta las necesidades del proyecto, esto no impide que diseñemos siguiendo un patrón armonioso.
1- Partimos de una parcela rectangular con una entrada y un pozo.
2- Primeramente establecemos ubicaciones para los elementos fijos: un acceso principal, ancho, que permita la entrada de un vehículo; una caseta para herramientas junto al pozo; tres tinajas de ferrocemento, que servirán como reservorios de agua y para dar presión al sistema de riego y un invernadero.
3- Para el diseño de los bancales podemos usar un patrón hexagonal sobre el que creamos los bancales y pasillos de un modo algo aleatorio, primando que la forma del huerto recuerde un poco a la figura de un laberinto. De este modo creamos una figura que reproduce un pequeño caos (una paja mental, vamos).
4- Un caos dentro de un orden. Ya que la huerta esta perfectamente dividida en 5 circunferencias que ocupan todo el espacio. Aprovechamos este diseño para llevar puntos de riego a los centros de éstas 5 circunferencias, a la caseta de herramientas y al invernadero. Es importante que los tubos principales de riego vayan enterrados bajo los pasillos ¡nunca bajo los bancales! pues podríamos romperlos o pincharlos al trabajar.
Una vez establecido e implementado nuestro diseño comenzamos a plantar por aquí y por allá, guiándonos de nuestro sentir pero manteniendo siempre un nivel abundante de vegetación y cultivos sobre nuestro bancal. Observaremos que, con el paso del tiempo, la naturaleza obra milagros si sabemos escucharla y trabajar junto a ella.
1- Nada más marcar los bancales sembramos sobre ellos un abono verde y acolchamos con paja los pasillos.
2- Lanzamos semillas, con o sin el sistema de Nendo-Dango, mantenemos constantemente una buena densidad de planteles en nuestro invernadero lo que nos permite hacer trasplantes regularmente, propagamos raíces, enterramos esquejes… ¡Este mágico espacio ha de convertirse en nuestro patio de recreo! La madre tierra se sentirá feliz de que juguemos con ella y sabrá como agradecérnoslo.
3- Pasados unos años el lugar habrá evolucionado, como también lo habremos hecho nosotras mismas. La energía proviene ahora de placas solares, el invernadero ha sido ampliado y los pequeños arbolitos son ahora fuertes y jóvenes frutales. El suelo se ha regenerado, la tierra es más y más fértil cada estación y la producción es cada vez mucho más diversa y abundante.
El sistema va acercándose al modelo de un bosque comestible. Posiblemente el sistema agrícola más productivo que el ser humano haya conocido jamás.
PDFs relacionados:
Rotaciones y Asociaciones de cultivos 1
Rotaciones y Asociaciones de cultivos 2
Asociaciones-Beneficiosas-y-perjudiciales-en-el-cultivo-del-huerto
Emilia Hazelip – Agricultura Sinergica
Deja una respuesta