Lo primero que debemos recordar es que debemos de trabajar en favor de la naturaleza y no en su contra. Esta sería la base desde la que podemos «trasubir» en lugar de trabajar. Es un nuevo concepto que cada día se utiliza más en permacultura, ante la tradicional idea del trabajo como imposición, como costumbre y modo de vida casi incuestionable. Para muchas la sola pregunta ya supone una especie de atentado, de crimen contra el sistema que hemos establecido y que todas damos por sentado:
¿Por qué trabajas?
La respuesta que solemos darnos es bastante simple, los motivos y distintas excusas que integramos en nuestro sistema de valores van desde el «si no trabajas te mueres» al «hay que ganarse la vida», etc. Parece como si trabajásemos siguiendo una cuestión existencial. Lo hacemos como una norma social, como si realmente la sociedad dependiese de nosotras y nuestro compromiso. Que conmovedor. Ahora otra pregunta:
¿Irías mañana a trabajar si no te fueran a pagar por ello?
No somos muchas las que nos cuestionamos el sentido final de la vida, la razón oculta tras nuestra existencia, el por qué estamos aquí. Todas estamos aquí para disfrutar de un tiempo que nos ha sido concedido. Estaremos aquí unos años, unos días y unos segundos; creo que te mereces poder preguntarte para qué estas aquí.
En una de las comunidades en las que viví surgió, entre debates y asambleas, la necesidad de considerar qué era trabajo y qué no lo era. Hubo gran división y opiniones, pero finalmente me quedé con la siguiente respuesta, que me pareció más acertada y sencilla:
El trabajo es el tiempo que dedicas a las demás.
Esto no requiere de gran explicación: como yo no tengo barco un pescador dedica su tiempo para que yo pueda comer pescado, como yo no se como funciona una lavadora alguien que sí sabe me dedica su tiempo, un albañil dedica su tiempo en construir una casa para otras personas… y así, unas a otras nos dedicamos nuestro tiempo.
¿Lo hacemos por esto, verdad? Para ayudarnos.
Lamentablemente esto no es así, lo que tan obvio podría parecer no lo viene siendo tanto: Lo hacemos por dinero.
Lo hacemos por que necesitamos o queremos dinero para nosotras mismas. Para gastarlo en nosotras. Si con ese dinero ayudamos a otras, el trabajo sí adquiere sentido, pero si el fin de este dinero esta en nosotras mismas, la solidaridad se oculta tras un muro de egoísmo y entonces nuestro tiempo no ha servido a nadie más que a nosotras.
Esta es una cuestión muy importante y que merece una reflexión profunda. Muchas veces el fin de este dinero es comprar bienes que han sido producidos gracias al sobre-trabajo de otras personas. ¿Esta entonces ayudando tu cómodo trabajo a que otras trabajen como esclavas? Existen realidades en nuestra sociedad global, en donde el trabajo se encuentra prácticamente impuesto por economías y gobiernos que poco o nada respetan la mano de obra de sus ciudadanas. Son solo esclavas. Nuestra realidad no va mucho más lejos: tenemos unos horarios, una responsabilidad, un nivel de producción, contratos, seguros, cuotas, impuestos… cadenas que te esclavizan.
Todas estas cadenas son tan solo una ilusión. Son una ilusión que tu misma te creas, al modo en que se te ha adoctrinado y a los miedos que han sido infundados a tu forma de ser e ideales. El sentido del trabajo se ha perpetuado generación tras generación a través de una herencia atávica. Cuando se estudian las distintas culturas y sociedades ancestrales e indígenas descubrimos que en ellas no existe el trabajo como concepto. Sus miembros dedican su tiempo a las tareas cotidianas como cazar, coser, cocinar o cuidar; pero no existe una imposición a ello. Siento que esta herencia atávica nos viene heredada del tiempo que, como resultado de las guerras, nos tomábamos como esclavos y nos obligábamos a trabajar para los vencedores. El tiempo y la mente nos han seguido guiando a través de este sistema de esclavitud.
Eres libre
Solo tu puedes decidir, solo tu puedes ser tu misma, tomar el tiempo que se te ha dado y escapar a la maquinaria sistémica que te tiene atrapada. Si acaso existe alguien que te domine… bueno… creo que todas sabemos de Quien (o Que) se trata. Y Ella siempre te ha deseado libre y en búsqueda de tu propio destino.
¿Cómo? Pues siguiendo a tu corazón, por supuesto.
Todas tentemos una misión en esta vida. Un cometido que tan solo nosotras podremos realizar. Nadie podrá jamás realizar mejor que tu aquello para lo que has nacido, nadie. La vida, el viento que sopla, la luz que te llega del sol, tus piernas, tus manos, cuanto escuchas, cuanto observas y todo cuanto esto te hace sentir están constantemente encaminándote hacia aquello que deseas hacer. Hacia tu real cometido, el que llenará tu tiempo de satisfacción. Un cometido llevado en base al amor por las demás, cuyos resultados rozarán la perfección, sirviendo a las demás justa y gratamente, haciéndolas y haciéndote feliz. Y la vida te recompensará por ello.
¿Como saberlo? ¿Aquello en lo que has de trasubir?
Bueno, siento decirte que nadie podrá decírtelo mejor que tu misma. Aunque alguno de estos consejos tal vez te pueda orientar:
¿Con qué disfrutas? A veces no sabemos muy bien lo que nos gusta, pero casi siempre tenemos bastante claro lo que no nos gusta; aléjate de todo aquello que no compartas y te hace sentir mal. O actúa para tratar de cambiarlo.
¿Con quién disfrutas? ¿De quién aprendes? Toma ejemplos positivos de entre las personas que te rodean, acepta sus bondades e integra sus aptitudes positivas en tu vida. Aléjate de las personas cuyas aptitudes te disgustan, que te conducen hacia los hábitos tóxicos, te hacen sentir que pierdes el tiempo o te roban toda tu energía. Estas personas necesitan una ayuda que tu no puedes darles. Otras personas vendrán para hacerlo por ti. Cuando ayudes debes hacerlo por amor, no por obligación.
¿Cómo responde tu mente a lo que haces? Si sientes estrés o ansiedad ante algo, no estas disfrutando de tu labor; posiblemente estas ocultando tras ella tu verdadera misión. Si lo que haces te deprime es por que sabes perfectamente qué es lo que deberías estar haciendo, y no lo haces. Cuando te dedicas a aquello que te llena, el cerebro segrega endorfinas para recompensarte, la mente se focaliza claramente en aquello que hace, la concentración llega y los resultados son positivos. Tras ello, nos invade una grata sensación de auto-realización. Persigue esta sensación.
¿A qué se te anima? Es muy normal que nuestra mente trate de confundirnos y nos lleve a tomar decisiones que, aunque parecen bien fundadas, siguen manteniendo un trasfondo egoísta. Las personas que mejor nos conocen, nuestras mejores amigas o familiares de confianza, en momentos muy relajados y amenos, nos aconsejarán sobre el camino al que debemos conducirnos. No sigas consejos sin más, ni tampoco los niegues. Intégralos, bébelos con calma y espera, luego tu corazón te guiará.
¿Que dice tu cuerpo? Si tu trabajo es muy físico o esforzado será tu propio cuerpo el que te dirá cuando debes bajar el ritmo, cuando parar o cambiar de tarea. Podemos evitar la mayoría de los dolores corporales sencillamente aprendiendo a escucharnos, a decir «es suficiente por hoy». Si tu cuerpo comienza a dolerte regularmente, o las enfermedades se te manifiestan con demasiada frecuencia es muy posible que algo el tu vida no este fluyendo de la manera que debería. Replantéate aquello a lo que estas dedicando tu tiempo, repasa con sinceridad (con una sinceridad muy profunda, tanto que probablemente te será muy dolorosa) el sentido de lo que haces y el por qué. Libérate de la responsabilidad, suelta las cargas. Acepta la vida y la naturaleza en toda su sencillez, acepta lo que esta te dé y agradécelo, es lo que mereces y necesitas.
Este es el sentido verdadero de la palabra trasubir, trabajar por dentro, nuestros sentimientos, nuestras emociones, reconfigurando quienes somos en base a nuestra verdadera naturaleza y no a las conductas familiares, tradicionales o socialmente aceptadas.
Medita. Haz deporte. Conócete a ti misma. Trata de disciplinar la mente y limpiarla de pensamientos banales, ideas irrealizables o anhelos egocéntricos. Re-conecta con la niña que fuiste, haz memoria, remóntate a tu esencia. Tu voluntad esta dentro de ti desde el día en que naciste, encuéntrala y dirígela con amor hacia tu entorno. Poco a poco irás deshaciéndote de la paja tras la que se oculta tu ser más brillante; aquel que te dirá exactamente qué hacer, a cada instante, a cada decisión, hacia tu propio destino.
Deja una respuesta