Desarrollar esta aptitud es importantísimo. Es posiblemente el cambio de paradigma social que hará que nuestra sociedad evolucione de forma que pueda perdurar y sobrevivirse a si misma. Y como creo que esta dualidad es muy importante hoy hablaremos de polaridad.
Masculino y femenino, cielo y tierra, yang y yin, actividad y pasividad, introversión y extroversión…. competir y colaborar. Todo es dual, todo tiene su contrapuesto y en este fuego de movimiento entre los extremos da una misma cosa, el equilibrio es el estado de perfección. Pero, por desgracia, nuestra sociedad no se encuentra para nada equilibrada.
Puede que nosotras no tengamos la culpa de ello, puede que sencillamente nuestro sistema solar haya estado atravesando una región yang del espacio sin nuestro consentimiento. Pero lo cierto es que nuestra sociedad (y los orígenes de los que proviene) lleva unos 5.000 años con una visión únicamente masculina de nuestra realidad. ¿Cómo estar segura? Os preguntareis. Sencillamente por que la mayoría delas personas en la historia reciente creyeron que Dios es hombre (o de algún modo su naturaleza es masculina). Sea como sea no tendemos a usar la palabra diosa para referirnos a la totalidad de nuestro Cosmos. Cosa que tampoco sería acertada pues en realidad todo es al mismo tiempo masculino y femenino, solo que en distinto grado. Y solo del equilibrio perfecto, de la conjunción de estos opuestos surge la creación.
Bien, para comprender la naturaleza de las energías masculina y femenina no hace falta leerse antiguos textos alquímicos ni preguntar a gurúes, tan solo basta con observar la naturaleza. Y lo que la naturaleza nos dice es que la energía masculina tiende a competir (generalmente por las hembras) y la naturaleza femenina tiende a colaborar (generalmente por el bien de las crías). Esto a grandes rasgos.
Lo masculino es activo, el polen se mueve de un lugar a otro.
Lo femenino es pasivo, el ovario siempre espera en la matriz a que la energía masculina venga a fecundarlo. Y así es como la naturaleza funciona; no es ni mejor ni peor, sencillamente es lo que es. Cuando colaboramos, sencillamente estamos expresando nuestra energía femenina, pues estamos siendo pasivos, al aceptar las ideas de las demás e integrarlas en nuestra mentalidad. Nos replanteamos nuestro sistema de valores y gestamos una nueva visión dentro de nosotras.
La cooperación consiste en esto, en un juego de ideas, un baile entre las visione en donde la pareja tiene que aprender a seguirse el ritmo.
Cuando te encuentres ante el grupo será tu lado masculino el que te lleve a defender con énfasis tus ideas, pero has de dejar también un lugar para la duda, un espacio para que las demás puedan defender su idea. De lo contrario jamás sabrás si te has equivocado y podrías pasar el resto de tu vida en un error.
No es fácil. No tenemos muchos mecanismos, ni aptitudes, ni educación que nos ayude a «trasubir» en este sentido. Nuestra sociedad tiene muy aceptada su tradición patriarcal. Tan aceptada, que pronunciamos y asumimos con naturalidad aforismos tales como: «Trabajar para ganarse la vida», por ejemplo, como si la vida solo fuese una carrera o competición y el trabajo fuese la pista.
¡No viváis bajo este idea! ¡Revelaos a el! La vida la ganamos el día en que nacemos, es nuestro regalo.
Todas tenemos una voluntad tratando de ser expresada pero si intentamos imponerla a las demás sin admitir objeciones no solo materializaremos nuestra voluntad,sino también todos los errores con que nuestra mente egoísta la haya decorado. Tu acción entonces no será tan provechosa, no servirá para todas y no tenderá a perpetuarse; harás crecer en ti la soberbia y el resentimiento entre quienes te rodean. Una visión única suele tender a la injusticia, por no decir que el poder de unas pocas promueve el odia de las demás.
Toda nuestra sociedad actual se ha construido en base a esta relación competitiva entre las partes y por ello es insostenible. Y… ¡Ojo! Veréis que cada vez más escribo utilizando un lenguaje inclusivo. Esto lo hago como mecanismo para potenciar la energía femenina dentro de nuestra sociedad; pero es tan solo como una transición hacia un léxico neutro. El cambio de una sociedad patriarcal hacia una sociedad matriarcal no será un cambio equilibrado. Sencillamente repetiremos el mismo error, solo que desde la otra perspectiva. Nuestra sociedad ha de tender hacia un modelo fraternal.
Y si queremos alcanzar este modelo social hoy debemos colaborar entre nosotras para conseguirlo. Mediante el dialogo y la no-violencia, los acuerdos, la resolución de conflictos, el trabajo en grupos y equipos, los proyectos comunitarios, las asambleas participativas, las cooperativas, las redes, la aceptación y la paz.
Lideresas y líderes, artesanos y artesanas, chamanas y chamanes, agricultoras y agricultores. Todas las voluntades, todas las voces, todas las manos actuando a un mismo nivel.
Por último añadir que, por supuesto, no debemos tratar de imponer esta (ni ninguna) aptitud a quienes quieran ir por libre, pues seríamos hipócritas. La cooperación se base en aceptar con valor el camino que cada cual quiera seguir. Pero pienso que, ante el inminente colapso del sistema serán las sociedades fraternales las que sobrevivan, más que los individuos asilados.
No lo olvidéis: La tribu es mucho más que la suma de todos sus miembros.