Piensa en lo global. Actúa en lo local.

Nuestro mundo se encuentra cada día más interconectado y éste es sin duda un gran hito en la historia de la humanidad. La mezcla, la ínter-culturización de nuestra sociedad nos aporta amplitud, visión, conocimiento y mejor capacidad de adaptación, pudiendo integrar ideas y conceptos lejanos a nuestros sistemas y tradiciones. Un mundo unido es un mundo consciente de su fuerza, de su capacidad; pero también lo es de sus límites y de su vulnerabilidad.

Debemos también de ser muy conscientes de que el precio por esta interconexión ha sido la degradación de los ecosistemas, la vulneración de los derechos humanos, y la desigualdad. Precisamente los tres problemas base en que se fundamenta la ética de la permacultura. Una vez hemos tomado conciencia de los límites que tiene nuestro mundo, no debemos sobrepasarlos. Y debemos tener algo claro, y es que la energía que nos ha permitido esta expansión y comunicación a escala planetaria no durará por siempre.

Cuando se ha llegado al límite, cuando se han contemplado todos los horizontes y tomado perspectiva, es cuando toca regresar al origen. Cambiar la mirada hacia adentro y volver al hogar.

La comunicación actual nos permite conocer la actualidad de cada rincón del mundo. Desde que somos niños conocemos el sufrimiento que padecen otras personas, las cuales aparentemente nacieron en el lugar equivocado. Y cada vez la desigualdad parece aumentar. Niños, que son tratados como esclavos recolectando cacao para fabricar chocolate con el que nos deleitaremos, comunidades indígenas que ven sus pueblos y bosques invadidos y aniquilados por la minería del coltán, en el corazón de África; o del preciado oro en la selva amazónica. Una de cada seis mujeres de nuestro mundo fabrica ropa que en muchos casos se utilizará tan solo un par de veces, antes de ser enterrada en su armario-ataúd (de madera de las expoliadas selvas), muerta para nuestro «fashion system».

Y todos estos productos han llegado hasta nosotros transportados gracias al oro negro que todo lo cubre e impregna con su agridulce humo. Huella ecológica de todo cuanto adquirimos que permanece en aire que respiramos, en nuestro cielo. Una deuda en forma de CO2 que ya estamos comenzando a pagar.

Somos nosotros, consumidores privilegiados del «primer mundo» quienes infravaloramos aquello que consumimos, las vidas y las manos que lo fabricaron y la tierra de donde surgió.

Se puede actuar localmente de muchos modos, pero sugiero que el CONSUMO LOCAL debe de ser la piedra angular de esta actuación, pues el poder de decisión es una poderosa arma que nadie nos puede arrebatar. Tu compra es silenciosa, efectiva y apenas si requiere esfuerzo.

Internet, la televisión, el celular… nos han acercado a nivel global, pero nos alejan a nivel local. Nos comunicamos más con personas lejanas que con nuestros vecinos. La relación con tu pareja, con tu familia, con tu vecindad; estas son las relaciones más valiosas y reales que tienes. ¡Cuídalas! Dedícales más tiempo que a tus relaciones virtuales. Tras su apariencia facilitadora, las nuevas tecnologías nos vuelven cada vez más dependientes y, lo que es peor, están lentamente atrofiando nuestras habilidades sociales reales. Estamos perdiendo vocabulario, retórica, y adquiriendo vergüenzas y miedos que hasta ahora no existían. ¡No hagas tu vida frente a una pantalla! Busca los ojos y la piel de los demás.

Partiendo de aquí, el camino hacia el decrecimiento nos irá llevando poco a poco a tomar una mayor conciencia de nuestro entorno más cercano, a valorarlo tal y como es y a explorar mejor sus recursos naturales. Comenzaremos a explorar nuevas formas de relaciones humanas que hasta ahora estábamos limitando e incluso prohibiendonos por decoro y otros miedos ancestrales. Pronto comenzaremos a descubrir un universo de posibilidades en un nuevo mundo; más pequeño, más sencillo, pero más libre.

Como siempre digo: tú has de dar el primer paso, nadie lo dará por tí.

6_Piensa en lo global, actúa en lo local

¿En qué estado se encuentra el entorno natural que ves cuando sales a pasear? ¿Cómo crees que podría mejorar? Llenando una bolsa de plásticos del campo y llevándola al contenedor amarillo evitamos que estos lleguen al mar.

¿Cómo es la realidad social de tu aldea? ¿Conoces a los vecinos de tu mismo edificio? Si te involucras en los grupos y colectivos de tu comunidad estás acercándote a los problemas de tu gente, apoyándoles. Cuando se crean lazos, proyectos comunes y buenas relaciones entre los miembros de una comunidad la felicidad colectiva aumenta. Cuando la gente se encuentra en periodos felices son mejores personas, más altruistas, menos consumistas, más conscientes de los problemas medioambientales.

¿Cultivas parte de los alimentos que consumes? ¿Sabrías hacer tu propio jabón? ¿Coser tu propia ropa? No existe nada más local que el auto-consumo o las artes tradicionales. Aprende de tus mayores todas aquellas prácticas, labores y artes que era normales en la sociedad hasta hace bien poco. Consume alimentos locales (y orgánicos a poder ser), cultiva parte de lo que consumas (aunque solo sea una maceta con perejíl) y… ¡por amor de Dios! conserva las semillas de la tierra en que tu comida crece. Son riqueza natural, el alimento de tus nietos.

¿De dónde viene la energía con la que te iluminas por la noche? ¿Con qué calientas tu hogar? Contrata suministros cercanos y verdes. Rechaza combustibles fósiles provenientes del otro lado del mundo. Ayuda en la limpieza de los montes cercanos para aprovechar su leña. Desconéctate si puedes y auto-abastécete solar o eólicamente.

¿Cómo y con qué asiduidad viajas? ¿Tu vida va deprisa? Detente. Recuerda el fuerte impacto que tu movimiento tiene. Usa la bicicleta. Si viajas, plantéate la necesidad real que se esconde tras ese viaje. Usa transportes públicos. Si vas de vacaciones, elige opciones de turismo sostenible, cercanas a tu localidad. Muchas veces no conocemos las maravillas que tenemos al lado.

Y si quieres involucrarte aún más, promueve iniciativas locales, que muevan la economía próxima a tu zona y nos alejen de la especulación y las grandes empresas transnacionales. Promueve mercadillos ecológicos, rastros de segunda mano, apoya a los pequeños artesanos y artistas callejeros.

Tu ciudad, tu pueblo, tu barrio, te lo agradecerán.

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