El Olivar Comestible

Posiblemente se trate del cultivo leñoso más extendido por toda la península. Centenarios en muchos casos, su crecimiento y cuidados han pasado de generación en generación, símbolo de tenacidad. Su aceite sigue siendo uno de los mejores que se pueden consumir y las aceitunas, bien sean encurtidas o secas son un excelente alimento. Sus hojas y ramas pueden alimentar al ganado y su madera de altísima calidad sirve en carpintería para hacer útiles resistentes y duraderos. De Israel a Portugal, el olivo es una institución del monte mediterráneo.

Pero vivimos una época en la que a este árbol también sagrado le brindamos cada vez menos respeto. De nuevo su crecimiento, y el producto que de él elaboramos se ven coaccionados por las leyes de los mercados, de la industria y la economía global. Cada día aparecen más y más cultivos de olivares super-intensivos, que agotan los recursos hídricos. Fábricas estandarizadas y químicamente controladas que producen un aceite de baja calidad.

Pero cualquier olivar de nuestras tierras podría con tiempo y dedicación transicionarse hacia un sistema de Bosque Comestible. Hemos de entender que en un sistema agroforestal en el que utilizamos la propia autofertilidad natural, los nutrientes que los olivos extraen del suelo serían devueltos a éste por otras especies, por la presencia de animales. En un suelo sin laboreo los hongos ayudarán a la distribución de sustancias esenciales para el resto de plantas gracias a su red de micelio.

Así pues, algunos pasos permaculturales para transitar nuestro olivar a un bosque comestible serían:

1 – Olvidarse por completo del laboreo. En las plantaciones de árboles es mucho más eficiente el desbroce mecánico. Podemos elegir un cultivo de cobertura que podemos segar a finales de la primavera; si elegimos bien las variedades y dejamos suficientes plantas para que suelten de nuevo sus semillas este primer nivel podrá llegar a naturalizarse.

2 – La siega y el desbroce son como decimos la alternativa al arado, pero con el tiempo aprenderemos a hacer una siega cada vez más selectiva. Algunos agricultores entienden por no-laboreo la eliminación química de las adventicias mediante herbicidas. ¡Esto no es permacultura! El uso de insumos sintéticos o complejos agroquímicos no es en absoluto necesario en el manejo de un sistema agroforestal sostenible.

3 – Elaborar una trampa sistémica para el insecto que ataca una fruta es relativamente sencillo: solo hay que hacer una trampa con una botella de plástico y poner en su interior agua con unos trozos o mermelada o un poco de crema de aquella fruta que queremos proteger. Tras fermentar, el olor atraerá al mosquito que la ataca. La idea sirve para cualquier frutal. Si nos preocupa el aspecto de la fruta de cara a su venta, podemos embolsar las frutas que deseemos proteger mejor.

4 – Puede resultar interesante incluir animales domésticos dentro del olivar comestible. Desbrozarían de la forma más natural. Una pareja de burros, por ejemplo, nos aportarían una gran cantidad de abono y nos podarían las ramas más bajas del bosque. Manejados cuidadosamente con un pastor eléctrico, pueden ayudarnos a regenerar el terreno con mayor facilidad o ayudar a limpiar zonas que anteriormente quedaron inaccesibles por la maleza. Si no queremos manejar animales, podemos sencillamente aprender a manejar Microorganismos.

5 – A la hora de plantar nuevos árboles, podemos olvidarnos del patrón cuadrado y elegir otro tipo de energía o plantar en linea-clave. No tenemos que hacer nada con los olivos ya plantados, al menos al principio, con el tiempo y conforme otros árboles vayan creciendo podremos comenzar a sacrificar alguno de los olivos. Otro asunto serían los cultivos super-intensivos, aquí el número de olivos si que es demasiado, podemos tratarlos como árboles de apoyo y triturarlos para devolver sus nutrientes al suelo.

6 – En el proceso de analisis hemos anotado los extremos climáticos (temperaturas, precipitaciones, heladas…) Tras esto debemos hacer nuestra lista de especies, dando prioridad a los árboles tradicionales y que ya se pueden ver en el entorno. Si nuestras temperaturas nos limitan habrá que aceptarlo; en la costa tropical de Granada podremos plantar mangos, pero nunca allá donde hiele más de tres días al año. Manzanos, avellanos y melocotoneros sufren por encima de los 30º, pero higueras y almendros resisten por encima de 40º. Acacias, acerolos, aguacates, albaricoques, algarrobos, almeces, arces, azufaifos, cañas, castaños, cerezos, chopos, ciruelos, cítricos, encinas, enebros, espinos, granados, kakis, kiris, membrillos, moreras, nísperos, nogales, olmos, palmeras datileras, perales, pinos piñoneros, pistachos, robles, rosales, saúcos, serbales, taráis o tejos, son algunos de los árboles que podemos plantar entre los olivos, siempre buscando las variedades que mejor se adapten a la zona. Bajo los olivos menos productivos podemos sembrar escaramujos, hiedra, kiwis, lúpulo, madreselva o vides; todas ellas enredaderas que ascenderán por sus ramas.

7 – La poda y el injerto son dos técnicas agrícolas que deberemos de estudiar y experimentar. Es muy importante que preguntemos a los ancianos de la zona sobre estos trabajos y que no tengamos miedo de realizarlos. Hemos de procurar amor hacia nuestros árboles, pero no debemos olvidar que lo que queremos es un sistema de producción de alimentos, quizá tengamos que proteger a algunos de ellos del ataque de conejos u otros rumiantes. Desde el cuidado y el respeto podremos lograr que la naturaleza se enrosque alrededor del camino que le tracemos y jugando con ella conseguir auténticas fantasías dignas de los elfos.

8 – Por último deberemos de prepararnos para un nuevo tipo de economía, más local y en la que el productor se empodera de su producto. Con una menor cantidad de producción pero con una enorme variedad de productos, de altísima calidad. La creación de grupos de consumo, cooperativas integrales o redes de intercambio y apoyo mutuo pueden ser importantes trabajos que comenzar a realizar en nuestro entorno social más cercano.

Estos nuevos sistemas agroforestales serán la forma de producir alimentos del futuro, sistemas naturales, fácilmente integrables en cualquier entorno o ecosistema, regenerativos del paisaje y la fertilidad de los suelos, amigables para la vida salvaje, sanos, sencillos, bellos; entornos donde respirar paz y tranquilidad. Nadie debería desear que una máquina nos quitase el beneplácito de habitar y trasubir en el edén de un Bosque Comestible. Construyamoslos por doquier y regresemos nuestra esencia al lento crecer del bosque, las raíces bien conectadas con la Madre Tierra y nuestra piel reflejando las luces del cielo. Rodeados de armonía, de alegría y de abundancia.

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