Una vez más los líderes mundiales parecen haberle dado otro espaldarazo a los problemas climáticos globales. Ciertamente que este permacultor los comprende bien, pues resulta obvio que unas personas crecidas entre los muros de la economía y regidas por los ferreos caminos del derecho entiendan poco o nada sobre los mecanismos de la naturaleza. Sencillamente están tratando de jugar una liga que nada tiene que ver con el deporte que practican.
Aparte de que sus intereses están en contra. Sencillamente no saben como hacer. Aunque se pusiesen de acuerdo; no hay precedentes, no existe un fundamento en que apoyarnos, una hoja de ruta a la cual puedan ceñirse ni nada tras lo cual puedan respaldarse diciendo: “Si seguimos estos pasos, todo irá bien”. No, esta situación es completamente nueva y lamentablemente las consecuencias que veremos en los próximos años serán del todo imprevisibles.
Y ahora somos las ciudadanas las que tenemos que actuar. Somos nosotras las responsables de solucionar este gran problema. Sí, sí, he dicho bien: somos responsables. Por que en algún momento de la historia las personas decidimos delegar nuestra responsabilidad ciudadana sobre la clase política y así poder vivir tranquilas sin tener responsabilidades por nuestros actos. Todo el mundo ha sabido siempre que los políticos no son seres omnipotentes que todo lo pueden: más aún, siempre brillaron por su incompetencia. Y ¿qué hacíamos? Nada. Nada más alla de nuestro incuestionable y casi sagrado derecho a emitir un voto cada cuatro años.
Creo que a partir de ahora y cada vez más vamos a ir viendo como los organismos de poder se desmoronan. Y será entonces cuando el pueblo, el pueblo más llano habrá de tomar las riendas de la sociedad y guiar a la gente para que la humanidad no se pierda. Pues solo las campesinas conocen el camino de regreso a la tierra. Solo la cultura rural, campestre, tribal, agrícola y ganadera ha mantenido gran parte de esa unión con la naturaleza que ahora nos pone en jaque. Somos las campesinas (las nuevas chamanas) las responsables de interpretar su mensaje, y de transmitirlo.
La primera vez que oí hablar sobre decrecimiento fue en una plaza en la ciudad. En aquella exposición se nos ofrecía como icono y ejemplo de sostenibilidad la figura del caracol. La espiriforme figura que describe la concha de cualquier caracol y caracola, sea cual sea el dibujo o el tamaño. Nos decían que todo caracol limita su propio crecimiento a las capacidades de abastecimiento y los recursos que se encuentran en su entorno. Con cada nueva vuelta la espiral crece más de seis veces su anterior forma, pero el tamaño general de algunos de estos moluscos aumentará hasta 17 veces si decide dar una vuelta más; un crecimiento exponencial. Si su ambiente no tuviese los recursos para mantener semejante tamaño, el caracol moriría. Es por eso que decide:
NO SEGUIR CRECIENDO. DECELERAR.
Y no sería exactamente decelerar, decelerar es lo que deberemos hacer nosotras si queremos sobrevivir. Lo que el caracol hace, como cualquier otro ser que habita nuestro planeta, es vivir a la velocidad a la que gira el mundo, nada más. Este es el ritmo en que debemos fijarnos, nuestro tiempo natural: días, lunas, años. El que sepamos que existe no implica que debamos tratar de movernos a la velocidad de la luz.
Este es el principal problema que presenta nuestra actual economía, el reto que nuestra sociedad debe afrontar y que, os aseguro, la va ha hacer temblar de pavor: LA DESACELERACIÓN. El DECRECIMIENTO.
Actualmente no estamos preparadas para vivir según estos factores, primeramente por que el sistema económico (el valor del dinero) se basa en el crecimiento perpetuo de la economía y, en segundo lugar, por que en una época en la que las personas se ven constantemente en lucha por imponer su ego al resto, el empequeñecerse, el volver a lo sencillo y a lo humilde no son opciones bien contempladas ni comprendidas. Las personas que las practican o las promueven suelen generar rechazo. Muchas lo sabemos bien.
Nuestra mentalidad social, nuestra inteligencia cultural, esa educación con la que hemos sido criadas, nuestro sistema laboral incluso nuestro sistema de valores han sido alimentados por este anhelo de seguir y seguir creciendo. De llegar más lejos, de ser las primeras, de vencer a toda costa… Infundimos la competitividad de nuestros egos a los egos de aquellas con quienes competimos y de este modo la espiral sigue creciendo y creciendo cada vez más.
Necesitamos a la naturaleza. La necesitamos en su estado más primitivo y la necesitamos a nuestro alrededor ahora más que nunca para que nos serene y sosiegue con su ritmo calmo.
Lo que la naturaleza hace lo hace despacio, su velocidad es lenta, sus procesos están medidos por la forma y el tamaño de sus elementos; pero siempre su eficiencia es continua y uniforme. Como las olas del mar, nunca cesan, pero su ritmo es siempre el mismo. La hormiga trabaja deprisa, pero no más deprisa un día que el siguiente o el anterior, en invierno hiberna, y en verano aprovecha la luz.
El ser humano es un ser diurno, nuestros ojos no están bien adaptados para ver en la oscuridad, ¿Por qué este empeño en iluminar la noche? ¿Por qué ese competir con la bellísima luz de las estrellas? Nuestro pecado original fue intentar brillar más que las estrellas sin llegar a entender que somos la misma luz. Que lo que nos hace únicas, es lo que nos une con todo lo demás.
Ha llegado la hora, es el momento. Si queremos resolver esta crisis climática, el calentamiento global, la extinción de especies, la aniquilación de la humanidad y el fin de nuestro mundo: debemos pedir perdón.
Cada una. Cada persona que habita la tierra ha de hacer la parte del trabajo que le corresponde. Cada una debemos reconocer nuestros errores y disculparnos por ellos. Eso nos hará humildes, nos volverá pequeños, es ahí cuando empezaremos a decrecer. Es entonces cuando rebajarás tu ego y harás crecer a tu conciencia.
Detente y deja que el Universo se mueva por ti. Cierra los ojos, mira hacia adentro y contemplarás la luz de las estrellas.
Será entonces cuando la calma y la paz se apoderen de ti, cuando comprenderás que todo esta bien como está, que tu no eres responsable de nada más que de tu propia felicidad.
Debes de tener presente en todo momento que nadie te gobierna. Que naciste libre, creciste libre y libre eres. Pues tus decisiones siempre te han pertenecido y siempre te pertenecerán.
Una vez experimentes estas dos gracias: la fuerza de la paz y el valor de la libertad, podrás emprender el camino del amor verdadero. El amor eterno he infinito que se extiende por todo y que te une con todo. Y para avanzar por este camino deberás liberarte, rendirte, desapegarte y confiar.
Durante toda tu vida te han enseñado, adoctrinado para ser alguien; reprimiendo tu libertad natural e impacientando tu espíritu. Ser alguien de provecho, ser alguien en la vida, no ser un “Don Nadie”. Nos dijeron (y siguen diciéndonos) que debíamos de tener cosas, que los bienes materiales eran símbolo de prosperidad. Cuando todos a tu alrededor avanzaban en el camino del materialismo tu no podías quedarte atrás, debías acumular, cuanto menos, los mismos bienes que tus coetáneas; tratabas de asemejarte al modo de vida de tus vecinas para encajar y ser bien vista en tu entorno social. Y ahora, eres todo lo que tienes y, por supuesto, eres el miedo a perder cada cosa.
Y lo perderás. Tarde o temprano todas perderemos lo material.
El desapego hacia lo material es el ejercicio que te acerca a tu yo espiritual. Comprobarás que conforme vayas deshaciéndote de todo aquello que te ata a la falsa vida que te has creado, te sentirás más viva. Conforme renuncies a todo aquello en lo que confías, en todas esas cosas que necesitas para hacer de tu mundo un lugar más fácil y confortable; el mundo te regalará todo aquello cuanto necesitas de verdad, sin pedirte nada a cambio. Tu felicidad será el pago.
Eso en cuanto a nuestros bienes materiales pero… ¿Qué pasa con nuestros bienes inmateriales?
Constantemente sentimos el miedo a que nos tomen por idiotas, por ingenuas o a ser infravaloradas. Tememos no estar a la altura de las circunstancias, no saber lo suficiente, no ser hábiles o que las demás descubran la verdad que ocultamos y no queremos revelar. Queremos tener una personalidad, ser reconocidas, admiradas, mantener nuestro “status quo”, un semblante, una apariencia, unas maneras que hemos modelado durante los años y que nos representan; tu fachada. Es tu absurdo ego, todo aquello que te hace sentir alguien, superior a las demás.
Salta sobre todas esas barreras auto-impuestas, rompe todas esas corazas que crees que te protegen. Tu yo verdadero se esconde al final de todas esas capas, tras todos los resentimientos, tras todas las vergüenzas, tras toda la ira, tras las mentiras, tras la aflicción. Tu yo verdadero es muy pequeño, ínfimo. Tan pequeño, que en él solo cabe toda la verdad. Allí se encuentra tu yo primigenio, libre como ya no se puede ser más, un punto de paz infinita, allá donde nace la fuerza del titán; la única parte de ti que no te pertenece. Pues pertenece a todas, tu yo que es todo lo demás.
Decrecer significa llegar hasta ese punto. Nuestra sociedad ha de decrecer, sí; eso ya lo sabemos. Pero si lo que estas esperando es a que nuestras líderes mundiales lo hagan primero, mucho me temo que tu espera será en vano. La ansiedad y la depresión acabarán consumiéndote.
Casi con toda seguridad que sus corazones albergan los mayores miedos que existen en nuestra sociedad y sus egos son tan enormes que dudo puedan llegar a entender el real significado de la palabra decrecer. Más que recriminarles, deberíamos compadecerles.
Aquellos que solo saben que una decisión apresurada les lleve a la siguiente no son capaces de contemplar la rueda girando, son solo un engranaje más ayudando a acelerar más la vida, a que el mundo vaya más y más deprisa. Aquellos que hacen de su ego su bandera morirán con gran dolor, pues cuanto mayor sea tu ego, mayor será tu muerte.
No, no confíes en que otro venga a hacer por ti aquello que te pertenece. Tú y solo tú eres el dueño del ritmo que infundes a tu propia vida; tan solo tu puedes decidir detenerte y observar, Para y siéntete. Respira y siéntete. ¿Por qué corres? ¿Por qué te aceleras? ¿Adónde quieres llegar tan deprisa si el final de esta carrera es ya por todas conocido?
Quien vive deprisa solo conseguirá encontrarse antes en la hora de su muerte. Con la vida atrás en un suspiro. Y lo importante a medio hacer.
No te dejes lo importante para luego, mañana será ya tarde; pues el mejor momento para la acción es el ahora. El luego no es más que otra realidad, un mundo paralelo, otra dimensión más de nuestra imaginación. No, no esperes más y toma las riendas de tu vida, dirige aquello que te pertenece y reencuéntrate con los sueños que vivías cuando eras niña; pues es en esos sueños donde se esconde tu primera intención. Tu voluntad. La niña que fuiste no sentía vergüenza a la hora de interpretar su papel ¿por qué tu sí? Tu misión, tu juego, era importante entonces ¿a qué ha quedado relegado ahora?
No olvides lo importante. Y lo que importa es el amor: amor por todas las personas a las que estamos conectadas, amor por toda la tierra a la que estamos unidas. Estas son las claves que nos salvarán. ¿Acaso pensabas que para solucionar la crisis climática necesitamos una larga y complicada lista de tareas, un manual de soluciones pragmáticas, un master universitario? ¡Venga ya!
Amor
Y nada más. Y nadie sobre la faz de la tierra esta aquí para amar en tu nombre; sólo tú puedes cuidar con tus palabras, sólo tú puedes acoger entre tus brazos, sólo tú puedes sembrar tus pensamientos y hacer que germinen en el mundo real. Sólo tu puedes resolver los conflictos que llevas dentro, tu batalla personal, tu crisis emocional, tu enfermedad; por que…
… seamos sinceras: lo que creamos fuera es sólo un reflejo de lo que llevamos dentro. Nuestra actual crisis ecológica y social es sólo el reflejo de la crisis en nuestro corazón.
¡Véncete! ¡Derrótate! Regresa a tu esencia, renuncia a todo aquello que no eres y salvarás el mundo, el mundo que te pertenece, tu mundo… Pues te habrás salvado a ti misma.
Durante este año 2020 iré compartiendo, mes a mes, algunos principios de aptitud que nos guiarán en nuestro camino hacia un futuro sostenible. Serán solo un resumen, un breve esquema, pero espero que os ayuden en vuestros proyectos y en vuestra búsqueda.
MUCHAS GRACIAS
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